l arquitecto italiano Giovanni La Varra la mitad fundacional del Estudio Barreca & La Varra responsable del icónico edificio Bosco Verticale de Milán, vino en junio a Buenos Aires invitado por la Universidad de Morón para ofrecer una conferencia magistral en el marco del congreso Utopías Sociales. Nosotros tuvimos el placer de entrevistarlo gracias a una charla especialmente organizada para nosotros por (y en) Solsken.
Bosco Verticale se alza en el barrio milanés de Porta Nuova, donde el desarrollo y la experimentación coparon zonas ferroviarias abandonadas. En palabras de La Varra, es «una especie de zoo arquitectónico» que incluye obras de grandes firmas, entre ellas, la del argentino César Pelli.
Como en un bosque, los árboles no pertenecen a sus dueños sino al conjunto. Se podan cada tres o cuatro meses y los propietarios no pueden tocarlos
¿Cuál es el aporte de Bosco Verticale en medio de ese muestrario?
Su arquitectura en sí es muy simple (son módulos de seis pisos que se repiten uno sobre otro) porque estaba la enorme dificultad de aprender a lidiar con la selección y colocación de 900 árboles, y no queríamos abrir tantos frentes. Entre tantas cosas, hoy Bosco Verticale es un hito de la ciudad, pero uno natural, vivo, cambiante según el paso del tiempo y las estaciones. Es un edificio cargado de identidad.
¿Cómo se eligieron las especies?
Son 90 en total, seleccionadas según la orientación del edificio; su baja exigencia de tierra, agua y mantenimiento; la combinación de perennes y caducas, y el hecho de que no crecieran más allá de los 6m (también como consecuencia de su lugar de plantación).
¿Los propietarios pueden elegir las plantas?
No, pero puede elegir el departamento con el árbol que le guste (sonríe). Como en un bosque después de todo, si se ponen estos 900 árboles en un plano horizontal, lo es los árboles no les pertenecen a los dueños, sino al conjunto, a todos. Está la noción de que podría existir sin nadie adentro, y viceversa. Por eso el consorcio se ocupa de su cuidado: se podan cada tres o cuatro meses. Los propietarios no pueden tocarlos. Ni plantar tomates cherry y albahaca en los canteros (se ríe).
Giovanni La Varra
¿Qué efecto tienen los árboles en las viviendas?
Desde ya, estabilizar el microclima, filtrar el polvo y reducir la contaminación acústica. Y suavizar la radiación solar: el árbol es una segunda piel que protege el vidrio, si bien es difícil medir cuánto: sus hojas caen, va creciendo, se mueve. Si fuera un parasol tradicional, se podría medir su efecto y conseguir un sello LEED rápidamente, lo que no deja de ser irónico. Además, el árbol crea un sentido de límite que elimina el vértigo en un piso 20. También está el aspecto emotivo, pero eso ya es inconmensurable.
¿Se puede «trasplantar» un proyecto así?
Sí, pero siempre que esté dada cierta densidad urbana. Buenos Aires tiene todas las condiciones, por ser una metrópolis madura. Acá cambiaría la especie, pero no ciertos criterios de lo aprendido en esta construcción. Cada paisaje tiene su árbol.